Durante este proceso será normal pasar por las fases del duelo, pasar por el shock de la muerte repentina, pasar por el enojo, un enojo hacia el sistema de salud, hacia los médicos e incluso podemos sentir enojo hacia el ser que falleció, porque no se quiso vacunar o porque no quiso ir a un hospital, todo esto es normal, aunque a veces te sientas incomprendido.
No existe un tiempo determinado para cada fase, son tan inciertas, no se compara la una con la otra, en un solo día puedes pasar por todas ellas. Si se está bastante consciente de las emociones, si nos permitimos sentirlas y transitarlas, tendremos la capacidad suficiente para detectar cuál de las fases se está experimentando.
¿Cómo son las fases? Pffff, es un espiral de emociones, no se tiene claridad al inicio de nada, el shock nos acompaña un largo tiempo. Tenemos el deseo de que todo sea un mal sueño del cual despertaremos y todo estará como antes, queremos ignorar lo que pasó, evadimos nuestros sentimientos y nos ponemos una capa para ser invisibles. Pero ¿acaso podemos huir tanto de nosotros mismos?
Vivimos en una sociedad donde hablar de las emociones es sinónimo de “debilidad”, nunca nos enseñaron a expresar lo que sentíamos; somos inexpertos en demostrar las emociones, y esto en el duelo nos lanza a la lona, porque en el duelo se rebalsan y están a flor de piel.
La ira, por su lado, viene acompañada de muchas preguntas, preguntas sin respuesta; tenemos rabia, una rabia a la vida, e incluso si creemos en un ser supremo sentimos enojo hacia él, le cuestionamos por qué se lo llevó. En esta fase solemos replantearnos nuestras creencias, a veces podemos alejarnos de las figuras religiosas.
Un cuento muy utilizado por los psicoanalistas nos dice que: Un día, la ira y la tristeza se fueron a nadar a un lago, la ira se tiró a nadar, braceaba, chapoteaba, así como es ella, enérgica y sin límites muchas veces; mientras que la tristeza, más calmada, más contenida, nadó despacio, un poco tímida. Al salir del lago la ira confundió su ropa y se puso la de la tristeza, cuando la tristeza salió y buscó su ropa no la encontró, y se puso la ropa de la ira. Desde entonces, se dice que las dos van confundidas. Es decir, la ira se confunde con la tristeza y la tristeza con la ira.
La negociación se presenta acompañada de pensamientos tales como “y si hubiera”; “si lo hubiera llevado al hospital, se hubiera salvado”; “si se hubiera vacunado, talvez seguiría vivo”; “si tan solo me hubiera hecho caso”. Negociamos, queremos volver el tiempo atrás, tenemos pensamientos fantasiosos alrededor de las hipótesis.
La depresión también formará parte de este proceso, en esta fase debemos ser cuidadosos porque puede llegar sutilmente, estamos intentando llevar nuestra cotidianidad y nos distraemos fácilmente, dejamos de prestarnos atención hasta que algo nos detona alguna de las fases anteriores; acá podemos experimentar más llanto que en las anteriores, dejamos de sentir interés en lo que antes nos podía dar plenitud, nos aislamos. Pero, mucho cuidado, recordemos que es necesario pedir la ayuda de un experto. El duelo no es algo para tomarlo a la ligera, si no tenemos recursos para pagar una terapia podemos empezar a buscar libros que nos ayuden a comprendernos mejor, buscar a esa persona que esté dispuesta a escucharte, solo necesitas que te escuche atentamente mientras expresas tus sentimientos, hablar de lo sucedido te ayudará a ir sanando tu pérdida.
Dejemos hasta acá esta nota, porque nos falta la fase de la aceptación, pero esta aún no la he experimentado. Este blog también es un intento de entender lo que ocurre en mi psiquis, poder sentir mis emociones, digerirlas y expresarlas en palabras sencillas para que ustedes, queridos lectores, puedan darse cuenta de que no están solos, de este lado también hay alguien que los acompaña en este viaje del duelo.
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